3Ten piedad de nosotros, oh SEÑOR, ten piedad de nosotros, porque muy hartos estamos de desprecio.4Harta en extremo está nuestra alma del escarnio de los que están en holgura, y del desprecio de los soberbios.
1Si el SEÑOR no hubiera estado a nuestro favor, diga ahora Israel2si el SEÑOR no hubiera estado a nuestro favor cuando los hombres se levantaron contra nosotros,3vivos nos hubieran tragado entonces cuando su ira se encendió contra nosotros;4entonces las aguas nos hubieran anegado, un torrente hubiera pasado sobre nuestra alma,5hubieran pasado entonces sobre nuestra alma las aguas impetuosas.6Bendito sea el SEÑOR, que no nos ha entregado como presa de los dientes de ellos.7Nuestra alma ha escapado cual ave del lazo de los cazadores; el lazo se rompió y nosotros escapamos.8Nuestro socorro está en el nombre del SEÑOR, que hizo los cielos y la tierra.
1Los que confían en el SEÑOR son como el monte Sion, que es inconmovible, que permanece para siempre.2Como los montes rodean a Jerusalén, así el SEÑOR rodea a su pueblo desde ahora y para siempre.3Pues el cetro de la impiedad no descansará sobre la tierra de los justos, para que los justos no extiendan sus manos para hacer el mal.4Haz bien, SEÑOR, a los buenos, y a los rectos de corazón.5Mas a los que se desvían por sus caminos torcidos, el SEÑOR los llevará con los que hacen iniquidad. Paz sea sobre Israel.
1Cuando el SEÑOR hizo volver a los cautivos de Sion, éramos como los que sueñan.2Entonces nuestra boca se llenó de risa, y nuestra lengua de gritos de alegría; entonces dijeron entre las naciones: Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con ellos.3Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con nosotros; estamos alegres.4Haz volver, SEÑOR, a nuestros cautivos, como las corrientes en el sur.5Los que siembran con lágrimas, segarán con gritos de júbilo.6El que con lágrimas anda, llevando la semilla de la siembra, en verdad volverá con gritos de alegría, trayendo sus gavillas.
1Si el SEÑOR no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el SEÑOR no guarda la ciudad, en vano vela la guardia.2Es en vano que os levantéis de madrugada, que os acostéis tarde, que comáis el pan de afanosa labor, pues El da a su amado aun mientras duerme.3He aquí, don del SEÑOR son los hijos; y recompensa es el fruto del vientre.4Como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud.5Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba; no serán avergonzados cuando hablen con sus enemigos en la puerta.
1Bienaventurado todo aquel que teme al SEÑOR, que anda en sus caminos.2Cuando comas del trabajo de tus manos, dichoso serás y te irá bien.3Tu mujer será como fecunda vid en el interior de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.4He aquí que así será bendecido el hombre que teme al SEÑOR.5El SEÑOR te bendiga desde Sion, veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida,6y veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz sea sobre Israel!
1Muchas veces me han perseguido desde mi juventud, diga ahora Israel2muchas veces me han perseguido desde mi juventud, pero no han prevalecido contra mí.3Sobre mis espaldas araron los aradores; alargaron sus surcos.4El SEÑOR es justo; ha cortado las coyundas de los impíos.5Sean avergonzados y vueltos atrás todos los que odian a Sion.6Sean como hierba en los techos, que se seca antes de crecer.7Con la cual el segador no llena su mano, ni el recogedor de gavillas sus brazos.8Y no digan los que pasan: La bendición del SEÑOR sea sobre vosotros; os bendecimos en el nombre del SEÑOR.
1Desde lo más profundo, oh SEÑOR, he clamado a ti.2¡Señor, oye mi voz! Estén atentos tus oídos a la voz de mis súplicas.3SEÑOR, si tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿quién, oh Señor, podría permanecer?4Pero en ti hay perdón, para que seas temido.5Espero en el SEÑOR; en El espera mi alma, y en su palabra tengo mi esperanza.6Mi alma espera al Señor más que los centinelas a la mañana; sí, más que los centinelas a la mañana.7Oh Israel, espera en el SEÑOR, porque en el SEÑOR hay misericordia, y en El hay abundante redención;8El redimirá a Israel de todas sus iniquidades.
1Señor, mi corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos; no ando tras las grandezas, ni en cosas demasiado difíciles para mí;2sino que he calmado y acallado mi alma; como niño destetado en el regazo de su madre, como niño destetado reposa en mí mi alma.3Espera, oh Israel, en el SEÑOR, desde ahora y para siempre.
1Acuérdate, SEÑOR, de David, de toda su aflicción;2de cómo juró al SEÑOR, y prometió al Poderoso de Jacob:3Ciertamente no entraré en mi casa, ni en mi lecho me acostaré;4no daré sueño a mis ojos, ni a mis párpados adormecimiento,5hasta que halle un lugar para el SEÑOR, una morada para el Poderoso de Jacob.6He aquí, oímos de ella en Efrata; la hallamos en los campos de Jaar.7Entremos a sus moradas; postrémonos ante el estrado de sus pies.8Levántate, SEÑOR, al lugar de tu reposo; tú y el arca de tu poder.9Vístanse de justicia tus sacerdotes; y canten con gozo tus santos.10Por amor a David tu siervo, no hagas volver el rostro de tu ungido.11El SEÑOR ha jurado a David una verdad de la cual no se retractará: De tu descendencia pondré sobre tu trono.12Si tus hijos guardan mi pacto, y mi testimonio que les enseñaré, sus hijos también ocuparán tu trono para siempre.13Porque el SEÑOR ha escogido a Sion; la quiso para su habitación.