26
suben a los cielos, descienden a los abismos; sus almas se derriten con el mal.
27
Tiemblan, y titubean como borrachos, y toda su ciencia es perdida;
28
claman al SEÑOR en su angustia, y los libra de sus aflicciones.
29
Hace parar la tempestad en sosiego, y sus ondas cesan.
30
Se alegran luego porque se reposaron; y él los guía al término de su voluntad.
31
Alaben al SEÑOR por su misericordia, y sus maravillas para con los hijos de los hombres.
32
Y ensálcenlo en la congregación del pueblo; y en la reunión de ancianos lo alaben.
33
El puso los ríos en desierto, y los manaderos de las aguas en sed;
34
la tierra fructífera en salados; por la maldad de los que la habitan.
35
Vuelve el desierto en estanques de aguas, y la tierra desierta en manaderos de agua.
36
Y aposenta allí hambrientos, y aderezan allí ciudad para habitación;
37
y siembran campos, y plantan viñas; y rinden fruto de aumento.
38
Y los bendice, y se multiplican en gran manera; y no disminuye sus bestias.
39
Y después son menoscabados, y abatidos de tiranía; de males y congojas.
40
El derrama menosprecio sobre los príncipes, y les hace andar errados, vagabundos, sin camino.
41
Y levanta al pobre de la pobreza, y vuelve las familias como ovejas.
42
Vean los rectos, y alégrense; y toda maldad cierre su boca.
43
¿Quién es sabio y guardará estas cosas, y entenderá las misericordias del SEÑOR?