18
Los montes altos para las cabras monteses; Las peñas, madrigueras para los conejos.
19
Hizo la luna para los tiempos: El sol conoce su ocaso.
20
Pone las tinieblas, y es la noche: En ella corretean todas las bestias de la selva.
21
Los leoncillos braman á la presa, Y para buscar de Dios su comida.
22
Sale el sol, recógense, Y échanse en sus cuevas.
23
Sale el hombre á su hacienda, Y á su labranza hasta la tarde.
24
¡Cuán muchas son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría: La tierra está llena de tus beneficios.
25
Asimismo esta gran mar y ancha de términos: En ella pescados sin número, Animales pequeños y grandes.
26
Allí andan navíos; Allí este leviathán que hiciste para que jugase en ella.
27
Todos ellos esperan en ti, Para que les des su comida á su tiempo.
28
Les das, recogen; Abres tu mano, hártanse de bien.
29
Escondes tu rostro, túrbanse: Les quitas el espíritu, dejan de ser, Y tórnanse en su polvo.
30
Envías tu espíritu, críanse: Y renuevas la haz de la tierra.
31
Sea la gloria de Jehová para siempre; Alégrese Jehová en sus obras;
32
El cual mira á la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean.
33
A Jehová cantaré en mi vida: A mi Dios salmearé mientras viviere.
34
Serme ha suave hablar de él: Yo me alegraré en Jehová.
35
Sean consumidos de la tierra los pecadores, Y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, á Jehová. Aleluya.