9
seguros de que el Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñoreará más de él
10
Porque el que es muerto, al pecado murió una vez; y el que vive, a Dios vive
11
Así también vosotros, pensad que vosotros de cierto sois muertos al pecado; mas que vivís a Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro
12
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que lo obedezcáis en sus concupiscencias
13
ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por instrumentos de iniquidad; antes presentaos a Dios como resucitados de los muertos, y vuestros miembros a Dios, por instrumentos de justicia
14
Para que el pecado no se enseñoree de vosotros; porque no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia
15
¿Pues qué? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera
16
¿O no sabéis que a quien os presentáis a vosotros mismos como siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia
17
Gracias a Dios, que aunque fuisteis siervos del pecado, habéis obedecido de corazón a la forma de doctrina a la cual sois entregados
18
y libertados del pecado, sois hechos siervos de la justicia
19
Humana cosa digo, por la flaqueza de vuestra carne; que como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santidad, presentéis vuestros miembros para servir a la justicia
20
Porque siendo antes siervos del pecado, ahora habéis sido hechos siervos de la justicia
21
¿Qué fruto, pues, teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte
22
Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos a Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin la vida eterna
23
Porque la paga del pecado es muerte; mas la gracia de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro