7
porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado.
8
Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con El,
9
sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; ya la muerte no tiene dominio sobre El.
10
Porque por cuanto El murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero en cuanto vive, vive para Dios.
11
Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.
12
Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias;
13
ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
14
Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia.
15
¿Entonces qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo!
16
¿No sabéis que cuando os presentáis a alguno como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?
17
Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón a aquella forma de doctrina a la que fuisteis entregados;
18
y habiendo sido libertados del pecado, os habéis hecho siervos de la justicia.
19
Hablo en términos humanos, por causa de la debilidad de vuestra carne. Porque de la manera que presentasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, para iniquidad, así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia, para santificación.
20
Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres en cuanto a la justicia.
21
¿Qué fruto teníais entonces en aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de esas cosas es muerte.
22
Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como resultado la vida eterna.
23
Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.