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He aquí, tú te llamas por sobrenombre judío; y estás apoyado en la ley, y te glorías en Dios,
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y sabes su voluntad y apruebas lo mejor, instruido por la ley;
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y confías que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas,
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enseñador de los que no saben, maestro de niños, que tienes la forma de la ciencia y de la verdad en la ley.
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Tú pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? ¿Tú, que predicas que no se ha de hurtar, hurtas?
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¿Tú, que dices que no se ha de adulterar, adulteras? ¿Tú, que abominas los ídolos, cometes sacrilegio?
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¿Tú, que te jactas de la ley, con rebelión a la ley deshonras a Dios?
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Porque el Nombre de Dios es blasfemado por medio de vosotros entre los gentiles, como está escrito.
25
Porque la circuncisión en verdad aprovecha, si guardares la ley; pero si eres rebelde a la ley, tu circuncisión es hecha prepucio.
26
De manera que, si el incircunciso guardare las justicias de la ley, ¿no será tenido su prepucio por circuncisión?
27
Y lo que naturalmente es prepucio, pero guarda perfectamente la ley, te juzgará a ti, que con la letra y con la circuncisión eres rebelde a la ley.
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Porque no es judío el que lo es exteriormente; ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne,
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sino que es judío el que lo es en lo interior; y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no es por los hombres, sino por Dios.