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Porque no me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, en palabra y en obra,
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con el poder de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta el Ilírico he predicado en toda su plenitud el evangelio de Cristo.
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De esta manera me esforcé en anunciar el evangelio, no donde Cristo era ya conocido, para no edificar sobre el fundamento de otro;
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sino como está escrito: AQUELLOS A QUIENES NUNCA LES FUE ANUNCIADO ACERCA DE EL, VERAN, Y LOS QUE NO HAN OIDO, ENTENDERAN.
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Por esta razón muchas veces me he visto impedido de ir a vosotros,
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pero ahora, no quedando ya más lugares para mí en estas regiones, y puesto que por muchos años he tenido un gran deseo de ir a vosotros,
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cuando vaya a España iré a vosotros. Porque espero veros al pasar y que me ayudéis a continuar hacia allá, después de que haya disfrutado un poco de vuestra compañía.
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Pero ahora voy a Jerusalén para el servicio de los santos,
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pues Macedonia y Acaya han tenido a bien hacer una colecta para los pobres de entre los santos que están en Jerusalén.
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Sí, tuvieron a bien hacerlo, y a la verdad que están en deuda con ellos. Porque si los gentiles han participado de sus bienes espirituales, también están obligados a servir a los santos en los bienes materiales.
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Así que cuando haya cumplido esto y les haya entregado esta ofrenda, iré a España llegando de paso a veros.