19
Dirás pues: Las ramas fueron quebradas para que yo fuese injertado.
20
Bien; por su incredulidad fueron quebradas, mas tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, antes teme.
21
Que si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.
22
Mira antes la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente en los que cayeron; mas la bondad (de Dios) en ti, si permanecieres en la bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.
23
Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados; que poderoso es Dios para volverlos a injertar.
24
Porque si tú eres cortado de la oliva que es silvestre por naturaleza, y contra natura fuiste injertado en la buena oliva, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su oliva?
25
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes acerca de vosotros mismos; que la ceguedad en parte aconteció en Israel, para que entre tanto entrase la plenitud de los gentiles;
26
y así todo Israel fuese salvo; como está escrito: Vendrá de Sión el Libertador, que quitará de Jacob la impiedad;
27
y este será mi testamento a ellos, cuando quitare sus pecados.
28
Así que, en cuanto al Evangelio, los tengo por enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección de Dios , son muy amados por causa de los padres.
29
Porque sin arrepentimiento son los dones y el llamado de Dios.
30
Porque como también vosotros en algún tiempo no creisteis a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia con ocasión de la incredulidad de ellos;
31
así también éstos ahora no han creído, para que, por la misericordia para con vosotros, ellos también alcancen misericordia.
32
Porque Dios encerró a todos en incredulidad, para tener misericordia de todos.
33
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
34
Porque ¿quién entendió el intento del Señor? ¿O quién fue su consejero?
35
¿O quién le dio a él primero, para que le sea pagado?
36
Porque de él, y por él, y en él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.