4
Oh hombres, a vosotros clamo; y mi voz es a los hijos de los hombres
5
Entended, simples, la prudencia; y vosotros, locos, tomad entendimiento
6
Oíd, porque hablaré cosas excelentes; y abriré mis labios para cosas rectas
7
Porque mi paladar hablará verdad, y mis labios abominan la impiedad
8
En justicia son todas las razones de mi boca; no hay en ellas cosa perversa ni torcida
9
Todas ellas son rectas al que entiende; rectas a los que han hallado sabiduría
10
Recibid mi castigo, y no plata; y ciencia más que el oro escogido
11
Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella
12
Yo, la sabiduría, moré con la prudencia; y yo invento la ciencia de los consejos
13
El temor del SEÑOR es aborrecer el mal; la soberbia, la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco
14
Conmigo está el consejo y el ser; yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza
15
Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia
16
Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra
17
Yo amo a los que me aman; y los que me buscan me hallan
18
Las riquezas y la honra están conmigo; sólidas riquezas, y justicia
19
Mejor es mi fruto que el oro, y que la piedra preciosa; y mi rédito mejor que la plata escogida
20
Por vereda de justicia guiaré, por en medio de veredas de juicio
21
para hacer heredar a mis amigos el ser, y que yo llene sus tesoros
22
El SEÑOR me poseyó en el principio de su camino, desde entonces, antes de sus obras
23
Eternalmente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra
24
Antes de los abismos fui engendrada; antes que fueran las fuentes de las muchas aguas
25
Antes que los montes fueran fundados, antes de los collados, era yo engendrada
26
no había aún hecho la tierra, ni las campiñas, ni el principio del polvo del mundo
27
Cuando componía los cielos, allí estaba yo; cuando señalaba por compás la sobrefaz del abismo
28
cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo
29
cuando ponía al mar su estatuto, y a las aguas, que no pasaran su mandamiento; cuando señalaba los fundamentos de la tierra
30
con él estaba yo ordenándolo todo; y fui su delicia todos los días, teniendo solaz delante de él en todo tiempo
31
Tengo solaz en la redondez de su tierra; y mis solaces son con los hijos de los hombres
32
Ahora, pues, hijos, oídme; y bienaventurados los que guardaren mis caminos
33
Escuchad al castigo, y sed sabios; y no lo menospreciéis
34
Bienaventurado el hombre que me oye, trasnochando a mis puertas cada día, guardando los umbrales de mis entradas
35
Porque el que me hallare, hallará la vida; y alcanzará la voluntad del SEÑOR
36
Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los que me aborrecen, aman la muerte