3
en el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, a la entrada de las puertas da voces:
4
Oh hombres, a vosotros clamo; y mi voz es a los hijos de los hombres.
5
Entended, simples, la astucia; y vosotros , locos, tomad entendimiento.
6
Oíd, porque hablaré cosas excelentes; y abriré mis labios para cosas rectas.
7
Porque mi paladar hablará verdad, y mis labios abominan la impiedad.
8
En justicia son todas las razones de mi boca; no hay en ellas cosa perversa ni torcida.
9
Todas ellas son rectas al que entiende; rectas a los que han hallado sabiduría.
10
Recibid mi castigo, y no plata; y ciencia más que el oro escogido.
11
Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella.
12
Yo, la sabiduría, moré con la prudencia; y yo invento la ciencia de los consejos.
13
El temor del SEÑOR es aborrecer el mal; la soberbia, la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco.
14
Conmigo está el consejo y el ser; yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza.
15
Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia.
16
Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra.
17
Yo amo a los que me aman; y los que me buscan me hallan.
18
Las riquezas y la honra están conmigo; sólidas riquezas, y justicia.
19
Mejor es mi fruto que el oro, y que la piedra preciosa; y mi rédito mejor que la plata escogida.
20
Por vereda de justicia guiaré, por en medio de veredas de juicio;
21
para hacer heredar a mis amigos el ser, y que yo llene sus tesoros.
22
El SEÑOR me poseyó en el principio de su camino, desde entonces, antes de sus obras.
23
Eternalmente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra.