2
En los altos cabezos, junto al camino, A las encrucijadas de las veredas se para;
3
En el lugar de las puertas, á la entrada de la ciudad, A la entrada de las puertas da voces:
4
Oh hombres, á vosotros clamo; Y mi voz es á los hijos de los hombres.
5
Entended, simples, discreción; Y vosotros, locos, entrad en cordura.
6
Oid, porque hablaré cosas excelentes; Y abriré mis labios para cosas rectas.
7
Porque mi boca hablará verdad, Y la impiedad abominan mis labios.
8
En justicia son todas las razones de mi boca; No hay en ellas cosa perversa ni torcida.
9
Todas ellas son rectas al que entiende, Y razonables á los que han hallado sabiduría.
10
Recibid mi enseñanza, y no plata; Y ciencia antes que el oro escogido.
11
Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; Y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella.
12
Yo, la sabiduría, habito con la discreción, Y hallo la ciencia de los consejos.
13
El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, y el mal camino Y la boca perversa, aborrezco.
14
Conmigo está el consejo y el ser; Yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza.
15
Por mí reinan los reyes, Y los príncipes determinan justicia.
16
Por mí dominan los príncipes, Y todos los gobernadores juzgan la tierra.
17
Yo amo á los que me aman; Y me hallan los que madrugando me buscan.
18
Las riquezas y la honra están conmigo; Sólidas riquezas, y justicia.
19
Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; Y mi rédito mejor que la plata escogida.
20
Por vereda de justicia guiaré, Por en medio de sendas de juicio;
21
Para hacer heredar á mis amigos el ser, Y que yo hincha sus tesoros.
22
Jehová me poseía en el principio de su camino, Ya de antiguo, antes de sus obras.