11
y gimas en tus postrimerías, cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo,
12
y digas: ¡Cómo aborrecí el castigo, y mi corazón menospreció la reprensión;
13
y no oí la voz de los que me castigaban; y a los que me enseñaban no incliné mi oído!
14
Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación.
15
Bebe el agua de tu propia cisterna, y las corrientes de tu propio pozo.
16
Rebosan por de fuera tus fuentes, en las plazas los ríos de tus aguas.
17
Sean para ti solo, y no para los extraños contigo.
18
Será bendito tu manantial; y alégrate de la mujer de tu juventud.
19
Como cierva de amores y graciosa gacela, sus pechos te satisfagan en todo tiempo; y en su amor andarás ciego de continuo, sin fijar tus ojos en nadie más .
20
¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, y abrazarás el seno de la extraña?
21
Pues que los caminos del hombre están ante los ojos del SEÑOR, ¡y él pesa todas sus veredas!
22
Sus propias iniquidades prenderán al impío, y con las cuerdas de su pecado será detenido.
23
El morirá por no haberse sometido al castigo; y por la grandeza de su locura, errará.