5
Fíate del SEÑOR de todo tu corazón, y no estribes en tu propia prudencia.
6
Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.
7
No seas sabio en tu propia opinión; teme al SEÑOR, y apártate del mal;
8
porque será medicina a tu ombligo, y tuétano a tus huesos.
9
Honra al SEÑOR de tu sustancia, y de las primicias de todos tus frutos;
10
y serán llenos tus alfolíes con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.
11
No deseches, hijo mío, el castigo del SEÑOR; ni te fatigues de su corrección;
12
porque el SEÑOR castiga al que ama y quiere, como el padre al hijo.
13
Bienaventurado el hombre que halló la sabiduría, y que saca a luz la inteligencia;
14
porque su mercadería es mejor que la mercadería de la plata, y sus frutos más que el oro fino.
15
Más preciosa es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.