7
porque mejor es que se te diga: Sube acá, que no que seas abajado delante del príncipe a quien han mirado tus ojos.
8
No salgas a pleito presto, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo te haya avergonzado.
9
Trata tu causa con tu compañero, y no descubras el secreto a otro;
10
para que no te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse.
11
Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene.
12
Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.
13
Como frío de nieve en tiempo de la siega, así es el mensajero fiel a los que lo envían; pues al alma de su señor da refrigerio.
14
Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta en don de mentira.
15
Con larga paciencia se aplaca el príncipe; y la lengua blanda quebranta los huesos.
16
¿Hallaste la miel? Come lo que te basta; no sea que hastiado de ella, la vomites.
17
Detén tu pie de la casa de tu prójimo, no sea que hastiado de ti te aborrezca.
18
Martillo y cuchillo y saeta aguda, es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.
19
Diente quebrado y pie resbalador, es la confianza en el prevaricador en el tiempo de angustia.
20
El que canta canciones al corazón afligido, es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.
21
Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan; y si tuviere sed, dale de beber agua;
22
porque ascuas allegas sobre su cabeza, y el SEÑOR te lo pagará.
23
El viento del norte ahuyenta la lluvia, y el rostro airado la lengua detractora.
24
Mejor es estar en un rincón del terrado, que con la mujer rencillosa en casa espaciosa.
25
Como el agua fría al alma sedienta, así son las buenas nuevas de lejanas tierras.
26
Como fuente turbia y manantial corrompido, es el justo que se inclina delante del impío.
27
Comer mucha miel no es bueno; ni inquirir de su propia gloria es gloria.