10
El alma del impío desea mal: Su prójimo no le parece bien.
11
Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; Y cuando se amonestare al sabio, aprenderá ciencia.
12
Considera el justo la casa del impío: Cómo los impíos son trastornados por el mal.
13
El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído.
14
El presente en secreto amansa el furor, Y el don en el seno, la fuerte ira.
15
Alegría es al justo hacer juicio; Mas quebrantamiento á los que hacen iniquidad.
16
El hombre que se extravía del camino de la sabiduría, Vendrá á parar en la compañía de los muertos.
17
Hombre necesitado será el que ama el deleite: Y el que ama el vino y ungüentos no enriquecerá.
18
El rescate del justo es el impío, Y por los rectos el prevaricador.
19
Mejor es morar en tierra del desierto, Que con la mujer rencillosa é iracunda.
20
Tesoro codiciable y pingüe hay en la casa del sabio; Mas el hombre insensato lo disipará.
21
El que sigue la justicia y la misericordia, Hallará la vida, la justicia, y la honra.
22
La ciudad de los fuertes tomó el sabio, Y derribó la fuerza en que ella confiaba.
23
El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.
24
Soberbio y presuntuoso escarnecedor es el nombre Del que obra con orgullosa saña.
25
El deseo del perezoso le mata, Porque sus manos no quieren trabajar.
26
Hay quien todo el día codicia: Mas el justo da, y no desperdicia.
27
El sacrificio de los impíos es abominación: ¡Cuánto más ofreciéndolo con maldad!
28
El testigo mentiroso perecerá: Mas el hombre que oye, permanecerá en su dicho.
29
El hombre impío afirma rostro: Mas el recto ordena sus caminos.
30
No hay sabiduría, ni inteligencia, Ni consejo, contra Jehová.
31
El caballo se apareja para el día de la batalla: Mas de Jehová es el salvar.