4
Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; y arroyo revertiente, la fuente de la sabiduría.
5
Tener respeto a la persona del impío, para hacer caer al justo de su derecho, no es bueno.
6
Los labios del loco vienen con pleito; y su boca a plaga llama.
7
La boca del loco es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma.
8
Las palabras del chismoso parecen blandas, mas ellas descienden hasta lo íntimo del vientre.
9
También el que es negligente en su obra es hermano del gran desolador.
10
Torre fuerte es el nombre del SEÑOR; a él correrá el justo, y será levantado.
11
Las riquezas del rico son la ciudad de su fortaleza, y como un muro alto en su imaginación.
12
Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, y antes de la honra es el abatimiento.
13
El que responde palabra antes de oír, le es locura y oprobio.
14
El espíritu del hombre soportará su enfermedad; mas ¿quién soportará al espíritu quebrantado?
15
El corazón del entendido adquiere sabiduría; y el oído de los sabios busca la ciencia.
16
El don del hombre le ensancha el camino, y le lleva delante de los grandes.
17
El justo es el primero en su pleito; y su adversario viene, y le busca.
18
La suerte pone fin a los pleitos, y desparte los fuertes.
19
El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte; y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.
20
Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; se saciará del producto de sus labios.
21
La muerte y la vida están en poder de la lengua; y el que la ama comerá de sus frutos.
22
El que halló esposa halló el bien, y alcanzó la benevolencia del SEÑOR.
23
El pobre habla con ruegos; mas el rico responde durezas.
24
El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano.