2
Claman a mí: ¡Dios mío, los de Israel te conocemos!
3
Israel rechazó el bien, el enemigo lo perseguirá.
4
Ellos han puesto reyes, pero no escogidos por mí; han nombrado príncipes, pero sin saberlo yo. Con su plata y su oro se han hecho ídolos, para su propia destrucción.
5
El ha rechazado tu becerro, oh Samaria, diciendo: Mi ira se enciende contra ellos. ¿Hasta cuándo serán incapaces de lograr la purificación?
6
Porque de Israel es éste también; un artífice lo hizo, y él no es Dios; ciertamente será hecho pedazos el becerro de Samaria.
7
Porque siembran viento, y recogerán tempestades. El trigo no tiene espigas, no da grano, y si lo diera, se lo tragarían los extraños.
8
Israel ha sido devorado; ahora están entre las naciones como vasija en que nadie se deleita;
9
porque ellos han subido a Asiria como asno montés solitario. Efraín alquiló amantes;
10
aunque alquilen aliados entre las naciones, ahora los juntaré, y comenzarán a debilitarse a causa de la carga del rey de príncipes.
11
Por cuanto Efraín ha multiplicado altares para pecar, en altares para pecar se le han convertido.
12
Aunque le escribí diez mil preceptos de mi ley, son considerados como cosa extraña.
13
En cuanto a mis ofrendas de sacrificio, sacrifican la carne y se la comen, pero el SEÑOR no se ha complacido en ellas. Ahora se acordará de su iniquidad, y los castigará por sus pecados: ellos volverán a Egipto.
14
Pues Israel se ha olvidado de su Hacedor y ha edificado palacios, y Judá ha multiplicado ciudades fortificadas; pero yo enviaré fuego a sus ciudades que consumirá sus fortalezas.