2
Tomad con vosotros palabras, y volveos al SEÑOR. Decidle: Quita toda iniquidad, y acéptanos bondadosamente, para que podamos presentar el fruto de nuestros labios.
3
Asiria no nos salvará, no montaremos a caballo, y nunca más diremos: "Dios nuestro" a la obra de nuestras manos, pues en ti el huérfano halla misericordia.
4
Yo sanaré su apostasía, los amaré generosamente, pues mi ira se ha apartado de ellos.
5
Seré como rocío para Israel; florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como los cedros del Líbano.
6
Brotarán sus renuevos, y será su esplendor como el del olivo, y su fragancia como la de los cedros del Líbano.
7
Los que moran a su sombra, cultivarán de nuevo el trigo y florecerán como la vid. Su fama será como la del vino del Líbano.
8
Efraín, ¿qué tengo yo que ver ya con los ídolos? Yo respondo y te cuido. Yo soy como un frondoso ciprés; de mí procede tu fruto.
9
Quien es sabio, que entienda estas cosas; quien es prudente, que las comprenda. Porque rectos son los caminos del SEÑOR, y los justos andarán por ellos; pero los transgresores tropezarán en ellos.