7
y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por la que pasamos para reconocerla es una tierra buena en gran manera.
8
Si el SEÑOR se agrada de nosotros, nos llevará a esa tierra y nos la dará; es una tierra que mana leche y miel.
9
Sólo que no os rebeléis contra el SEÑOR, ni tengáis miedo de la gente de la tierra, pues serán presa nuestra. Su protección les ha sido quitada, y el SEÑOR está con nosotros; no les tengáis miedo.
10
Pero toda la congregación dijo que los apedrearan. Entonces la gloria del SEÑOR apareció en la tienda de reunión a todos los hijos de Israel.
11
Y el SEÑOR dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me desdeñará este pueblo? ¿Y hasta cuándo no creerán en mí a pesar de todas las señales que he hecho en medio de ellos?
12
Los heriré con pestilencia y los desalojaré, y a ti te haré una nación más grande y poderosa que ellos.
13
Pero Moisés respondió al SEÑOR: Entonces lo oirán los egipcios, pues tú sacaste a este pueblo de en medio de ellos con tu poder,
14
y se lo dirán a los habitantes de esta tierra. Estos han oído que tú, oh SEÑOR, estás en medio de tu pueblo, porque tú, oh SEÑOR, eres visto cara a cara cuando tu nube está sobre ellos; y tú vas delante de ellos de día en una columna de nube, y de noche en una columna de fuego.
15
Pero si tú destruyes a este pueblo como a un solo hombre, entonces las naciones que han oído de tu fama, dirán:
16
"Porque el SEÑOR no pudo introducir a este pueblo a la tierra que les había prometido con juramento, por eso los mató en el desierto."
17
Pero ahora, yo te ruego que sea engrandecido el poder del Señor, tal como tú lo has declarado, diciendo: