4
Y el SEÑOR de repente dijo a Moisés, a Aarón y a Miriam: Salid vosotros tres a la tienda de reunión. Y salieron los tres.
5
Entonces el SEÑOR descendió en una columna de nube y se puso a la puerta de la tienda; y llamó a Aarón y a Miriam. Y cuando los dos se adelantaron,
6
El dijo: Oíd ahora mis palabras: Si entre vosotros hay profeta, yo, el SEÑOR, me manifestaré a él en visión. Hablaré con él en sueños.
7
No así con mi siervo Moisés; en toda mi casa él es fiel.
8
Cara a cara hablo con él, abiertamente y no en dichos oscuros, y él contempla la imagen del SEÑOR. ¿Por qué, pues, no temisteis hablar contra mi siervo, contra Moisés?
9
Y se encendió la ira del SEÑOR contra ellos, y El se fue.
10
Pero cuando la nube se retiró de sobre la tienda, he aquí que Miriam estaba leprosa, blanca como la nieve. Y cuando Aarón se volvió hacia Miriam, vio que estaba leprosa.
11
Entonces Aarón dijo a Moisés: Señor mío, te ruego que no nos cargues este pecado, en el cual hemos obrado neciamente y con el cual hemos pecado.
12
No permitas que ella sea como quien nace muerto, que cuando sale del vientre de su madre su carne está ya medio consumida.
13
Y Moisés clamó al SEÑOR, diciendo: Oh Dios, sánala ahora, te ruego.
14
Pero el SEÑOR dijo a Moisés: Si su padre le hubiera escupido a ella en el rostro, ¿no llevaría su verguenza por siete días? Que sea echada fuera del campamento por siete días, y después puede ser admitida de nuevo.
15
Miriam fue confinada fuera del campamento por siete días y el pueblo no se puso en marcha hasta que Miriam volvió.
16
Después el pueblo partió de Hazerot y acampó en el desierto de Parán.