18
No puede el buen árbol llevar malos frutos, ni el árbol podrido llevar frutos buenos.
19
Todo árbol que no lleva buen fruto, se corta y se echa en el fuego.
20
Así que, por sus frutos los conoceréis.
21
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
22
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre sacamos demonios, y en tu nombre hicimos muchas grandezas?
23
Y entonces les confesaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad.
24
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé al varón prudente, que edificó su casa sobre la peña;
25
y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y combatieron aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la peña.
26
Y cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, le compararé al varón loco, que edificó su casa sobre la arena;
27
y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, e hicieron ímpetu en aquella casa; y cayó; y fue grande su ruina.
28
Y cuando Jesús acabó estas palabras, la multitud se admiraba de su doctrina;
29
porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.