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»Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre.
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La venida del Hijo del hombre será como en tiempos de Noé.
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Porque en los días antes del diluvio comían, bebían y se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca;
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y no supieron nada de lo que sucedería hasta que llegó el diluvio y se los llevó a todos. Así será en la venida del Hijo del hombre.
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Estarán dos hombres en el campo: uno será llevado y el otro será dejado.
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Dos mujeres estarán moliendo: una será llevada y la otra será dejada.
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»Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben qué día vendrá su Señor.
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Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto para no dejarlo forzar la entrada.
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Por eso también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.
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»¿Quién es el siervo fiel y prudente a quien su señor ha dejado encargado de los sirvientes para darles la comida a su debido tiempo?
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Dichoso el siervo cuando su señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber.
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Les aseguro que lo pondrá a cargo de todos sus bienes.
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Pero ¿qué tal si ese siervo malo se pone a pensar: “Mi señor se está demorando”,
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y luego comienza a golpear a sus compañeros, y a comer y beber con los borrachos?
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El día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada el señor volverá.
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Lo castigará severamente y le impondrá la condena que reciben los hipócritas. Y habrá llanto y rechinar de dientes.