19
Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario
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Entonces les dice: ¿De quién es esta imagen, y lo que está encima escrito
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Ellos le dicen: De César. Y les dijo: Pagad pues a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios
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Y oyendo esto, se maravillaron, y dejándole se fueron
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Aquel día llegaron a él los saduceos, que dicen no haber resurrección, y le preguntaron
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diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se case con su mujer, y despertará simiente a su hermano
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Hubo pues, entre nosotros siete hermanos; y el primero tomó mujer, y murió; y no teniendo simiente, dejó su mujer a su hermano
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De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta los siete
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Y después de todos murió también la mujer
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En la resurrección pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer? Porque todos la tuvieron
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Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis ignorando las Escrituras, y la potencia de Dios
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Porque en la resurrección, ni los maridos tomarán mujeres, ni las mujeres maridos; porque son como los ángeles de Dios en el cielo
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Y de la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que es dicho de Dios a vosotros, que dice
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YO SOY el Dios de Abraham y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de los muertos, sino de los que viven
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Y oyendo esto la multitud, estaba fuera de sí por su doctrina
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Entonces los fariseos, oyendo que había cerrado la boca a los saduceos, se juntaron a una
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Y preguntó uno de ellos, intérprete de la ley, tentándole y diciendo
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Maestro, ¿cuál es el Mandamiento Grande en la ley
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Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón y de toda tu alma y de toda tu mente
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Este es el Primero y el Grande Mandamiento
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Y el Segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo
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De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas
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Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó
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diciendo: ¿Qué os parece del Cristo? ¿De quién es Hijo? Le dicen ellos: De David
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El les dice: ¿Pues cómo David en Espíritu le llama Señor, diciendo
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Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra y entre tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies
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Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su Hijo
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Y nadie le podía responder palabra. Ni osó alguno desde aquel día preguntarle más