30
Mas él no quiso; sino fue, y le echó en la cárcel hasta que pagase la deuda.
31
Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y viniendo, declararon a su señor todo lo que había pasado.
32
Entonces llamándole su señor, le dice: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste:
33
¿No te convenía también a ti tener misericordia de tu consiervo, como también yo tuve misericordia de ti?
34
Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.
35
Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de vuestros corazones cada uno a su hermano sus ofensas.