1
En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:—¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
2
Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos.
3
Entonces dijo:—Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.
4
Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos.
5
»Y el que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí.
6
Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar.
7
»¡Ay del mundo por las cosas que hacen pecar a la gente! Inevitable es que sucedan, pero ¡ay del que hace pecar a los demás!
8
Si tu mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y arrójalo. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que ser arrojado al fuego eterno con tus dos manos y tus dos pies.
9
Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y arrójalo. Más te vale entrar tuerto en la vida que con dos ojos ser arrojado al fuego del infierno.