29
Salió Jesús de allí y llegó a orillas del mar de Galilea. Luego subió a la montaña y se sentó.
30
Se le acercaron grandes multitudes que llevaban cojos, ciegos, lisiados, mudos y muchos enfermos más, y los pusieron a sus pies; y él los sanó.
31
La gente se asombraba al ver a los mudos hablar, a los lisiados recobrar la salud, a los cojos andar y a los ciegos ver. Y alababan al Dios de Israel.
32
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:—Siento compasión de esta gente porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer. No quiero despedirlos sin comer, no sea que se desmayen por el camino.
33
Los discípulos objetaron:—¿Dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado suficiente pan para dar de comer a toda esta multitud?
34
—¿Cuántos panes tienen? —les preguntó Jesús.—Siete, y unos pocos pescaditos.
35
Luego mandó que la gente se sentara en el suelo.
36
Tomando los siete panes y los pescados, dio gracias, los partió y se los fue dando a los discípulos. Estos, a su vez, los distribuyeron a la gente.
37
Todos comieron hasta quedar satisfechos. Después los discípulos recogieron siete cestas llenas de pedazos que sobraron.
38
Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
39
Después de despedir a la gente, subió Jesús a la barca y se fue a la región de Magadán.