24
Y él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la Casa de Israel
25
Entonces ella vino, y le adoró, diciendo: Señor socórreme
26
Y respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos
27
Y ella dijo: Sí, Señor; mas los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores
28
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres. Y fue sana su hija desde aquella hora
29
Y partiendo Jesús de allí, vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí
30
Y llegaron a él muchas personas, que tenían consigo cojos, ciegos, mudos, mancos, y muchos otros enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó
31
De manera que se maravillaba la multitud, viendo hablar los mudos, los mancos sanos, andar los cojos, y ver los ciegos; y glorificaron al Dios de Israel
32
Y Jesús llamando a sus discípulos, dijo: Tengo misericordia de la multitud, que ya hace tres días que perseveran conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, para que no desmayen en el camino
33
Entonces sus discípulos le dicen: ¿Dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande
34
Y Jesús les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos
35
Y mandó a la multitud que se recostara sobre la tierra
36
Y tomando los siete panes y los peces, dando gracias, partió y dio a sus discípulos; y los discípulos a la multitud
37
Y comieron todos, y se saciaron; y alzaron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas
38
Y eran los que habían comido, cuatro mil varones, sin contar las mujeres y los niños
39
Entonces, despedida la multitud, subió en un barco; y vino a los términos de Magdala