17
Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron.
18
Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador.
19
A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se sembró la semilla junto al camino.
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Y aquel en quien se sembró la semilla en pedregales, éste es el que oye la palabra y enseguida la recibe con gozo;
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pero no tiene raíz profunda en sí mismo, sino que sólo es temporal, y cuando por causa de la palabra viene la aflicción o la persecución, enseguida tropieza y cae.
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Y aquel en quien se sembró la semilla entre espinos, éste es el que oye la palabra, mas las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se queda sin fruto.
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Pero aquel en quien se sembró la semilla en tierra buena, éste es el que oye la palabra y la entiende, éste sí da fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta y otro a treinta.
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Jesús les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos puede compararse a un hombre que sembró buena semilla en su campo.
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Pero mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
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Cuando el trigo brotó y produjo grano, entonces apareció también la cizaña.
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Y los siervos del dueño fueron y le dijeron: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?"
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El les dijo: "Un enemigo ha hecho esto". Y los siervos le dijeron<***>: "¿Quieres, pues, que vayamos y la recojamos?"
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Pero él dijo<***>: "No, no sea que al recoger la cizaña, arranquéis el trigo junto con ella.
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"Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega; y al tiempo de la siega diré a los segadores: 'Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla, pero el trigo recogedlo en mi granero.'"
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Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo,
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y que de todas las semillas es la más pequeña; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de modo que LAS AVES DEL CIELO vienen y ANIDAN EN SUS RAMAS.
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Les dijo otra parábola: El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina hasta que todo quedó fermentado.
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Todo esto habló Jesús en parábolas a las multitudes, y nada les hablaba sin parábola,
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para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta, cuando dijo: ABRIRE MI BOCA EN PARABOLAS; HABLARE DE COSAS OCULTAS DESDE LA FUNDACION DEL MUNDO.
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Entonces dejó a la multitud y entró en la casa. Y se le acercaron sus discípulos, diciendo: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
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Y respondiendo El, dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre,
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y el campo es el mundo; y la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno;
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y el enemigo que la sembró es el diablo, y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
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Por tanto, así como la cizaña se recoge y se quema en el fuego, de la misma manera será en el fin del mundo.
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El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad;
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y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.
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Entonces LOS JUSTOS RESPLANDECERAN COMO EL SOL en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga.
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El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
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El reino de los cielos también es semejante a un mercader que busca perlas finas,
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y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.
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El reino de los cielos también es semejante a una red barredera que se echó en el mar, y recogió peces de toda clase;
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y cuando se llenó, la sacaron a la playa; y se sentaron y recogieron los peces buenos en canastas, pero echaron fuera los malos.
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Así será en el fin del mundo; los ángeles saldrán, y sacarán a los malos de entre los justos,
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y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.
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¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos le dijeron<***>: Sí.
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Y El les dijo: Por eso todo escriba que se ha convertido en un discípulo del reino de los cielos es semejante al dueño de casa que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
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Y sucedió que cuando Jesús terminó estas parábolas, se fue de allí.
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Y llegando a su pueblo, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que se maravillaban y decían: ¿Dónde obtuvo éste esta sabiduría y estos poderes milagrosos?
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¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo , José, Simón y Judas?
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¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿Dónde, pues, obtuvo éste todas estas cosas?
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Y se escandalizaban a causa de El. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.
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Y no hizo muchos milagros allí a causa de la incredulidad de ellos.