4
cómo entró en la casa de Dios y comieron los panes consagrados , que no les era lícito comer, ni a él ni a los que estaban con él, sino sólo a los sacerdotes?
5
¿O no habéis leído en la ley, que en los días de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo y están sin culpa?
6
Pues os digo que algo mayor que el templo está aquí.
7
Pero si hubierais sabido lo que esto significa: "MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO", no hubierais condenado a los inocentes.
8
Porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.
9
Pasando de allí, entró en la sinagoga de ellos.
10
Y he aquí, había allí un hombre que tenía una mano seca. Y para poder acusarle, le preguntaron, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?
11
Y El les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros que tenga una sola oveja, si ésta se le cae en un hoyo en día de reposo, no le echa mano y la saca?
12
Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en el día de reposo.
13
Entonces dijo<***> al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada, sana como la otra.
14
Pero cuando los fariseos salieron, se confabularon contra El, para ver cómo podrían destruirle.
15
Mas Jesús, sabiéndolo, se retiró de allí. Y muchos le siguieron, y los sanó a todos.
16
Y les advirtió que no revelaran quién era El;
17
para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías, cuando dijo:
18
MIRAD, MI SIERVO, A QUIEN HE ESCOGIDO; MI AMADO EN QUIEN SE AGRADA MI ALMA; SOBRE EL PONDRE MI ESPIRITU, Y A LAS NACIONES PROCLAMARA JUSTICIA.
19
NO CONTENDERA, NI GRITARA, NI HABRA QUIEN EN LAS CALLES OIGA SU VOZ.
20
NO QUEBRARA LA CAÑA CASCADA, NI APAGARA LA MECHA QUE HUMEA, HASTA QUE LLEVE A LA VICTORIA LA JUSTICIA.
21
Y EN SU NOMBRE PONDRAN LAS NACIONES SU ESPERANZA.
22
Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y lo sanó, de manera que el mudo hablaba y veía.
23
Y todas las multitudes estaban asombradas, y decían: ¿Acaso no es éste el Hijo de David?
24
Pero cuando los fariseos lo oyeron, dijeron: Este no expulsa los demonios sino por Beelzebú, el príncipe de los demonios.