26
Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio
27
Más Jesús le dijo: Deja primero saciarse los hijos, porque no es bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos
28
Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos
29
Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija
30
Cuando fue a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija echada sobre la cama
31
Volviendo a salir de los términos de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, por mitad de los términos de Decápolis
32
Y le traen un sordo y tartamudo, y le ruegan que le ponga la mano encima
33
Tomándole aparte de la multitud, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua (con la saliva)
34
y mirando al cielo, gimió, y dijo: Efata: que es decir: Sé abierto
35
Luego fueron abiertos sus oídos, y fue desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien
36
Y les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban
37
Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar