13
invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que disteis; y muchas cosas hacéis semejantes a éstas
14
Y llamando a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended
15
Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; mas lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre
16
Si alguno tiene oídos para oír, oiga
17
Y dejando la multitud y entrándose en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola
18
Y les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar
19
Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale el hombre a la letrina, y purga todas las viandas
20
Pero decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre
21
Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios
22
los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez
23
Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre
24
Y levantándose de allí, se fue a los términos de Tiro y de Sidón; y entrando en casa, quiso que nadie lo supiera; mas no pudo ser escondido
25
Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se echó a sus pies
26
Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio
27
Más Jesús le dijo: Deja primero saciarse los hijos, porque no es bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos
28
Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos
29
Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija
30
Cuando fue a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija echada sobre la cama
31
Volviendo a salir de los términos de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, por mitad de los términos de Decápolis
32
Y le traen un sordo y tartamudo, y le ruegan que le ponga la mano encima
33
Tomándole aparte de la multitud, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua (con la saliva)
34
y mirando al cielo, gimió, y dijo: Efata: que es decir: Sé abierto
35
Luego fueron abiertos sus oídos, y fue desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien
36
Y les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban
37
Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar