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Y Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
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Y no pudo hacer allí ningún milagro; sólo sanó a unos pocos enfermos sobre los cuales puso sus manos.
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Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor enseñando.
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Entonces llamó<***> a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos;
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y les ordenó que no llevaran nada para el camino, sino sólo un bordón; ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinto;
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sino calzados con sandalias. No llevéis dos túnicas
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les dijoy dondequiera que entréis en una casa, quedaos allí hasta que salgáis de la población.
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Y en cualquier lugar que no os reciban ni os escuchen, al salir de allí, sacudid el polvo de la planta de vuestros pies en testimonio contra ellos.
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Y saliendo, predicaban que todos se arrepintieran.
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Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
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El rey Herodes se enteró de esto, pues el nombre de Jesús se había hecho célebre, y la gente decía: Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, por eso es que estos poderes milagrosos actúan en él.