11
Y en cualquier lugar que no os reciban ni os escuchen, al salir de allí, sacudid el polvo de la planta de vuestros pies en testimonio contra ellos.
12
Y saliendo, predicaban que todos se arrepintieran.
13
Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
14
El rey Herodes se enteró de esto, pues el nombre de Jesús se había hecho célebre, y la gente decía: Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, por eso es que estos poderes milagrosos actúan en él.
15
Pero otros decían: Es Elías. Y decían otros: Es un profeta, como uno de los profetas antiguos.
16
Y al oír esto Herodes, decía: Juan, a quien yo decapité, ha resucitado.
17
Porque Herodes mismo había enviado a prender a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe, pues Herodes se había casado con ella.
18
Porque Juan le decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
19
Y Herodías le tenía rencor y deseaba matarlo, pero no podía,
20
porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo mantenía protegido. Y cuando le oía se quedaba muy perplejo, pero le gustaba escucharlo.
21
Pero llegó un día oportuno, cuando Herodes, siendo su cumpleaños, ofreció un banquete a sus nobles y comandantes y a los principales de Galilea;