4
porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie era tan fuerte como para dominarlo.
5
Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y en los montes dando gritos e hiriéndose con piedras.
6
Cuando vio a Jesús de lejos, corrió y se postró delante de El;
7
y gritando a gran voz, dijo<***>: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes.
8
Porque Jesús le decía: Sal del hombre, espíritu inmundo.
9
Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y él le dijo<***>: Me llamo Legión, porque somos muchos.
10
Entonces le rogaba con insistencia que no los enviara fuera de la tierra.
11
Y había allí una gran piara de cerdos paciendo junto al monte.
12
Y los demonios le rogaron, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
13
Y El les dio permiso. Y saliendo los espíritus inmundos, entraron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se precipitó por un despeñadero al mar, y en el mar se ahogaron.
14
Y los que cuidaban los cerdos huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. Y la gente vino a ver qué era lo que había sucedido.