16
Y los que lo habían visto les describieron cómo le había sucedido esto al endemoniado, y lo de los cerdos.
17
Y comenzaron a rogarle que se fuera de su comarca.
18
Al entrar El en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejara acompañarle.
19
Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo<***>: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo tuvo misericordia de ti.
20
Y él se fue, y empezó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho por él; y todos se quedaban maravillados.
21
Cuando Jesús pasó otra vez en la barca al otro lado, se reunió una gran multitud alrededor de El; y El se quedó junto al mar.
22
Y vino uno de los oficiales de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle se postró<***> a sus pies.
23
Y le rogaba<***> con insistencia, diciendo: Mi hijita está al borde de la muerte; te ruego que vengas y pongas las manos sobre ella para que sane y viva.
24
Jesús fue con él; y una gran multitud le seguía y le oprimía.
25
Y una mujer que había tenido flujo de sangre por doce años,
26
y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que al contrario, había empeorado;
27
cuando oyó hablar de Jesús, se llegó a El por detrás entre la multitud y tocó su manto.
28
Porque decía: Si tan sólo toco sus ropas, sanaré.
29
Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su aflicción.
30
Y enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de El, volviéndose entre la gente, dijo: ¿Quién ha tocado mi ropa?
31
Y sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te oprime, y dices: "¿Quién me ha tocado?"
32
Pero El miraba a su alrededor para ver a la mujer que le había tocado.
33
Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y se postró delante de El y le dijo toda la verdad.
34
Y Jesús le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción.
35
Mientras estaba todavía hablando, vinieron<***> de casa del oficial de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro?
36
Pero Jesús, oyendo lo que se hablaba, dijo<***> al oficial de la sinagoga: No temas, cree solamente.