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Ese día, caída ya la tarde, les dijo<***>: Pasemos al otro lado.
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Despidiendo a la multitud, le llevaron<***> con ellos en la barca, como estaba; y había otras barcas con El.
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Pero se levantó<***> una violenta tempestad, y las olas se lanzaban sobre la barca de tal manera que ya se anegaba la barca.
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El estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; entonces le despertaron<***> y le dijeron<***>: Maestro, ¿no te importa que perezcamos?
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Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Cálmate, sosiégate! Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma.
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Entonces les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
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Y se llenaron de gran temor, y se decían unos a otros: ¿Quién, pues, es éste que aun el viento y el mar le obedecen?