7
Mas Jesús se apartó á la mar con sus discípulos: y le siguió gran multitud de Galilea, y de Judea.
8
Y de Jerusalem, y de Idumea, y de la otra parte del Jordán. Y los de alrededor de Tiro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron á él.
9
Y dijo á sus discípulos que le estuviese siempre apercibida la barquilla, por causa del gentío, para que no le oprimiesen.
10
Porque había sanado á muchos; de manera que caían sobre él cuantos tenían plagas, por tocarle.
11
Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
12
Mas él les reñía mucho que no le manifestasen.
13
Y subió al monte, y llamó á sí á los que él quiso; y vinieron á él.
14
Y estableció doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos á predicar.
15
Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios:
16
A Simón, al cual puso por nombre Pedro;
17
Y á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan hermano de Jacobo; y les apellidó Boanerges, que es, Hijos del trueno;
18
Y á Andrés, y á Felipe, y á Bartolomé, y á Mateo, y á Tomas, y á Jacobo hijo de Alfeo, y á Tadeo, y á Simón el Cananita,
19
Y á Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron á casa.
20
Y agolpóse de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan.
21
Y como lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle: porque decían: Está fuera de sí.
22
Y los escribas que habían venido de Jerusalem, decían que tenía á Beelzebub, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.
23
Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera á Satanás?
24
Y si algún reino contra sí mismo fuere dividido, no puede permanecer el tal reino.
25
Y si alguna casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer la tal casa.
26
Y si Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere dividido, no puede permanecer; antes tiene fin.
27
Nadie puede saquear las alhajas del valiente entrando en su casa, si antes no atare al valiente y entonces saqueará su casa.