7
Jesús se retiró al lago con sus discípulos, y mucha gente de Galilea lo siguió.
8
Cuando se enteraron de todo lo que hacía, acudieron también a él muchos de Judea y Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las regiones de Tiro y Sidón.
9
Entonces, para evitar que la gente lo atropellara, encargó a sus discípulos que le tuvieran preparada una pequeña barca;
10
pues como había sanado a muchos, todos los que sufrían dolencias se abalanzaban sobre él para tocarlo.
11
Además, los espíritus malignos, al verlo, se postraban ante él, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!»
12
Pero él les ordenó terminantemente que no dijeran quién era él.