1
Y otra vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.
2
Y le acechaban si en sábado le sanaría, para acusarle.
3
Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate en medio.
4
Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en sábados, o hacer mal? ¿Salvar la persona, o matarla? Mas ellos callaban.
5
Y mirándolos alrededor con enojo, condoliéndose de la ceguedad de sus corazones, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió; y su mano fue restituida sana como la otra.
6
Entonces saliendo los Fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él, para matarle.