11
A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
12
Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: Jamás hemos visto cosa semejante.
13
Y El salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la multitud venía a El, y les enseñaba.
14
Y al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo<***>: Sígueme. Y levantándose, le siguió.
15
Y sucedió que estando Jesús sentado a la mesa en casa de él, muchos recaudadores de impuestos y pecadores estaban comiendo con Jesús y sus discípulos; porque había muchos de ellos que le seguían.
16
Al ver los escribas de los fariseos que El comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a sus discípulos: ¿Por qué El come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadores?
17
Al oír esto, Jesús les dijo<***>: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
18
Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron<***> y le dijeron<***>: ¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no ayunan?
19
Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar.
20
Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel día.
21
Nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque entonces el remiendo al encogerse tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce una rotura peor.