1
Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungir el cuerpo de Jesús.
2
Muy de mañana el primer día de la semana, apenas salido el sol, se dirigieron al sepulcro.
3
Iban diciéndose unas a otras: «¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?»
4
Pues la piedra era muy grande.Pero al fijarse bien, se dieron cuenta de que estaba corrida.
5
Al entrar en el sepulcro vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado a la derecha, y se asustaron.
6
—No se asusten —les dijo—. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. ¡Ha resucitado! No está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron.
7
Pero vayan a decirles a los discípulos y a Pedro: “Él va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal como les dijo”.
8
Temblorosas y desconcertadas, las mujeres salieron huyendo del sepulcro. No dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.