8
Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura
9
De cierto os digo que dondequiera que fuere predicado este Evangelio en todo el mundo, también esto que ha hecho ésta, será dicho para memoria de ella
10
Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, vino a los príncipes de los sacerdotes, para entregárselo
11
Y ellos oyéndolo se alegraron, y prometieron que le darían dinero. Y buscaba oportunidad de cómo le entregaría
12
Y el primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la Pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vayamos a disponer para que comas la pascua
13
Y envía dos de sus discípulos, y les dice: Id a la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle
14
y donde entrare, decid al padre de familia: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la Pascua con mis discípulos
15
Y él os mostrará un gran cenáculo ya preparado; aderezad para nosotros allí
16
Y fueron sus discípulos, y vinieron a la ciudad, y hallaron como les había dicho; y aderezaron la Pascua
17
Y llegada la tarde, fue con los doce
18
Y cuando se sentaron a la mesa y comieron, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar
19
Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle cada uno por sí, por ventura: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo
20
Y él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato
21
A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera a aquel hombre si nunca hubiera nacido
22
Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió y les dio, y dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo
23
Y tomando el vaso, habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de él todos
24
Y les dice: Esto es mi sangre del Nuevo Testamento, que por muchos es derramada
25
De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo beberé nuevo en el Reino de Dios
26
Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al Monte de las Olivas
27
Jesús entonces les dice: Todos seréis escandalizados en mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán derramadas las ovejas
28
Mas después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea
29
Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, yo no
30
Y le dice Jesús: De cierto te digo hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, tú me negarás tres veces
31
Mas él con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo
32
Y vienen al lugar que se llama Getsemaní, y dice a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro
33
Y toma consigo a Pedro y a Jacobo y a Juan, y comenzó a atemorizarse, y a angustiarse
34
Y les dice: Está muy triste mi alma, hasta la muerte; esperad aquí y velad
35
Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró, que si fuera posible, pasara de él aquella hora
36
Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son a ti posibles; traspasa de mí este vaso; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú
37
Y vino y los halló durmiendo; y dice a Pedro: ¿Simón, duermes? ¿No has podido velar una hora
38
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad es presto, mas la carne enferma
39
Y volviéndose a ir, oró, y dijo las mismas palabras
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Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados; y no sabían qué responderle
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Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad. Basta, la hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores
42
Levantaos, vamos; he aquí, el que me entrega está cerca
43
Y luego, aún hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos
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Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquel es: prendedle, y llevadle con seguridad
45
Y como vino, se acercó luego a él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó
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Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron
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Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote; y le cortó la oreja
48
Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Cómo a ladrón habéis salido con espadas y con palos a tomarme
49
Cada día estaba con vosotros enseñando en el Templo, y no me tomasteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras
50
Entonces dejándole todos sus discípulos, huyeron
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Pero un joven le seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo desnudo; y los mancebos le prendieron
52
mas él, dejando la sábana, huyó de ellos desnudo
53
Y trajeron a Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron a él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas
54
Pero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego
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Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban algún testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban
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Porque muchos decían falso testimonio contra él; mas sus testimonios no concertaban
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Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo
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Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este Templo, que es hecho de manos, y en tres días edificaré otro hecho sin manos
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Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos
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Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan éstos contra ti
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Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito
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Y Jesús le dijo: YO SOY; y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra de la Potencia de Dios, y viniendo en las nubes del cielo
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Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos
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Habéis oído la blasfemia: ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron para ser culpado de muerte
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Y algunos comenzaron a escupir en él, y cubrir su rostro, y a darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de bofetadas
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Y estando Pedro en el palacio abajo, vino una de las criadas del sumo sacerdote
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y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con Jesús el Nazareno estabas
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Mas él negó, diciendo: No lo conozco, ni sé lo que dices. Y salió fuera a la entrada; y cantó el gallo
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Y la criada viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Este es de ellos
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Mas él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galileo, y tu habla es semejante
71
Y él comenzó a maldecir y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis
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Y el gallo cantó la segunda vez; y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba