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Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad. Basta, la hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores
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Levantaos, vamos; he aquí, el que me entrega está cerca
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Y luego, aún hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos
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Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquel es: prendedle, y llevadle con seguridad
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Y como vino, se acercó luego a él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó
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Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron
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Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote; y le cortó la oreja
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Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Cómo a ladrón habéis salido con espadas y con palos a tomarme
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Cada día estaba con vosotros enseñando en el Templo, y no me tomasteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras
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Entonces dejándole todos sus discípulos, huyeron
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Pero un joven le seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo desnudo; y los mancebos le prendieron
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mas él, dejando la sábana, huyó de ellos desnudo
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Y trajeron a Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron a él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas
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Pero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego
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Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban algún testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban
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Porque muchos decían falso testimonio contra él; mas sus testimonios no concertaban
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Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo
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Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este Templo, que es hecho de manos, y en tres días edificaré otro hecho sin manos
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Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos
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Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan éstos contra ti
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Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito
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Y Jesús le dijo: YO SOY; y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra de la Potencia de Dios, y viniendo en las nubes del cielo
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Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos
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Habéis oído la blasfemia: ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron para ser culpado de muerte
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Y algunos comenzaron a escupir en él, y cubrir su rostro, y a darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de bofetadas
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Y estando Pedro en el palacio abajo, vino una de las criadas del sumo sacerdote
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y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con Jesús el Nazareno estabas
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Mas él negó, diciendo: No lo conozco, ni sé lo que dices. Y salió fuera a la entrada; y cantó el gallo
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Y la criada viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Este es de ellos
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Mas él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galileo, y tu habla es semejante
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Y él comenzó a maldecir y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis
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Y el gallo cantó la segunda vez; y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba