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Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido.
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Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os digo, que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o heredades, por causa de mí y del Evangelio,
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que no reciba cien tantos ahora en este tiempo, casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y heredades, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.
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Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.
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Y estaban en el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante de ellos, y se espantaban, y le seguían con miedo; entonces volviendo a tomar a los doce aparte , les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:
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He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes, y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;
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y le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en él, y le matarán, mas al tercer día resucitará.
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Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se llegaron a él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.
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Y él les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
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Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu diestra, y el otro a tu siniestra.
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Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el vaso que yo bebo, o ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?