12
Y aconteció que estando en una ciudad, he aquí un hombre lleno de lepra, el cual viendo a Jesús, postrándose sobre el rostro, le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme
13
Entonces, extendiendo la mano, le tocó diciendo: Quiero; sé limpio. Y luego la lepra se fue de él
14
Y él le mandó que no lo dijera a nadie; mas ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza, como mandó Moisés, para que les conste
15
Pero tanto más se extendía su fama; y se juntaba grande multitud a oír y ser sanada por él de sus enfermedades
16
Mas él se apartaba a los desiertos, y oraba
17
Y aconteció un día, que él estaba enseñando, y los fariseos y doctores de la ley estaban sentados, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y la virtud del Señor estaba allí para sanarlos
18
Y he aquí unos hombres, que traían sobre un lecho un hombre que estaba paralítico; y buscaban por dónde meterle, y ponerle delante de él
19
Y no hallando por donde meterle a causa de la multitud, se subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, en medio, delante de Jesús
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el cual, viendo la fe de ellos, le dice: hombre, tus pecados te son perdonados
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Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a pensar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios
22
Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué pensáis en vuestros corazones
23
¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda
24
Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice al paralítico): A ti digo, levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa
25
Y luego, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba echado, se fue a su casa, glorificando a Dios
26
Y tomó espanto a todos, y glorificaban a Dios; y fueron llenos de temor, diciendo: Hemos visto maravillas hoy
27
Y después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme
28
Y dejadas todas las cosas, levantándose, le siguió
29
E hizo Leví gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros, los cuales estaban a la mesa con ellos
30
Y los escribas y los fariseos murmuraban contra sus discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores
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Y respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no necesitan médico, sino los que están enfermos
32
No he venido a llamar justos, sino pecadores al arrepentimiento