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Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras,
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y les dijo: Así está escrito, que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día;
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y que en su nombre se predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
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Vosotros sois testigos de estas cosas.
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Y he aquí, yo enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre; pero vosotros, permaneced en la ciudad hasta que seáis investidos con poder de lo alto.
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Entonces los condujo fuera de la ciudad, hasta cerca de Betania, y alzando sus manos, los bendijo.
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Y aconteció que mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado arriba al cielo.
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Ellos, después de adorarle, regresaron a Jerusalén con gran gozo,
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y estaban siempre en el templo alabando a Dios.