9
Y le preguntaba con muchas palabras; mas él nada le respondió:
10
Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole con gran porfía.
11
Mas Herodes con su corte le menospreció, y escarneció, vistiéndole de una ropa rica; y volvióle á enviar á Pilato.
12
Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Herodes en el mismo día; porque antes eran enemigos entre sí.
13
Entonces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados, y el pueblo,
14
Les dijo: Me habéis presentado á éste por hombre que desvía al pueblo: y he aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en este hombre de aquéllas de que le acusáis
15
Y ni aun Herodes; porque os remití á él, y he aquí, ninguna cosa digna de muerte ha hecho.
16
Le soltaré, pues, castigado.
17
Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.
18
Mas toda la multitud dió voces á una, diciendo: Quita á éste, y suéltanos á Barrabás:
19
(El cual había sido echado en la cárcel por una sedición hecha en la ciudad, y una muerte.
20
Y hablóles otra vez Pilato, queriendo soltar á Jesús.
21
Pero ellos volvieron á dar voces, diciendo: Crucifícale, crucifícale
22
Y él les dijo la tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ninguna culpa de muerte he hallado en él: le castigaré, pues, y le soltaré.
23
Mas ellos instaban á grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecían.
24
Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían;
25
Y les soltó á aquél que había sido echado en la cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido; y entregó á Jesús á la voluntad de ellos.
26
Y llevándole, tomaron á un Simón Cireneo, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.
27
Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban.
28
Mas Jesús, vuelto á ellas, les dice: Hijas de Jerusalem, no me lloréis á mí, mas llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos.
29
Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron.