35
Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos; sálvese a sí, si éste es el Cristo, el escogido de Dios.
36
Escarnecían de él también los soldados, llegándose y presentándole vinagre
37
Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a ti mismo.
38
Y había también sobre él un título escrito con letras griegas, y romanas, y hebraicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS
39
Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
40
Y respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun tú temes a Dios, estando en la misma condenación?
41
Y nosotros, a la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo.
42
Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vinieres en tu Reino.
43
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.
44
Y cuando era como la hora sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
45
Y el sol se obscureció; y el velo del Templo se rompió por medio.