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Entonces él lo negó, diciendo: Mujer, no le conozco.
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Y un poco después, viéndole otro, dijo: Y tú de ellos eras. Y Pedro dijo: Hombre, no soy.
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Y como una hora pasada otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo.
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Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y luego, estando él aún hablando, el gallo cantó.
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Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
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Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente.
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Y los hombres que tenían a Jesús, se burlaban de él hiriéndole;
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y cubriéndole, herían su rostro, y le preguntaban, diciendo: Profetiza quién es el que te hirió.
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Y decían otras muchas cosas blasfemándole.
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Y cuando fue de día, se juntaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y le trajeron a su concilio,
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diciendo: ¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeríais;
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y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis;
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mas desde ahora el Hijo del hombre se sentará a la diestra de la potencia de Dios.
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Y dijeron todos: ¿Luego tú eres Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros lo decís que YO SOY.
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Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio deseamos? Porque nosotros lo hemos oído de su boca.