35
Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo? Y ellos dijeron: Nada
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Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja, y el que no tiene, venda su capa y compre espada
37
Porque os digo, que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y con los malos fue contado; porque lo que está escrito de mí, su cumplimiento tiene
38
Entonces ellos dijeron: Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Basta
39
Y saliendo, se fue, como solía, al monte de las Olivas; y sus discípulos también le siguieron
40
Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación
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Y él se apartó de ellos como a un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró
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diciendo: Padre, si quieres, pasa este vaso de mí; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya
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Y le apareció un ángel del cielo confortándole
44
Y estando en agonía, oraba más intensamente; y fue su sudor como gotas de sangre que caían hasta la tierra
45
Y cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza
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y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación
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Estando él aún hablando, he aquí una multitud; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos; y llegó a Jesús para besarle
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Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre
49
Y viendo los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada
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Y uno de ellos hirió al siervo del príncipe de los sacerdotes, y le quitó la oreja derecha
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Entonces respondiendo Jesús, dijo: Dejad hasta aquí. Y tocando su oreja, le sanó
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Y Jesús dijo a los que habían venido a él, a los príncipes de los sacerdotes, y a los capitanes del Templo, y a los ancianos: ¿Cómo a ladrón habéis salido con espadas y con bastones
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Habiendo estado con vosotros cada día en el Templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas
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Y prendiéndole le trajeron, y le metieron en casa del príncipe de los sacerdotes. Y Pedro le seguía de lejos
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Y habiendo encendido fuego en medio de la sala, y sentándose todos alrededor, se sentó también Pedro entre ellos